En un mundo tan acelerado, lleno de desinformación, productos hiper-palatables y dietas restrictivas parecería que la única forma de mantenerse saludables es poder contar con un sexto sentido que nos dijera cuándo comer, cómo y en qué cantidades. Pues esto es precisamente lo que propone la alimentación intuitiva, una herramienta innata para que las personas podamos reconectar con nuestro cuerpo y mente, aportándoles lo que estos necesitan, rechazando la mentalidad de dieta y libre de culpas. En este artículo veremos qué es la alimentación intuitiva y cómo aplicarla en la vida diaria.
Si eres de las personas que ha pasado toda su vida a dieta restrictiva y por tortuosos procesos de ruptura y reconciliación con la comida, puede que este material te cambie la vida (y sin haberlo planeado, me ha salido un pareado)
¿Qué es la alimentación intuitiva?
La alimentación intuitiva es un enfoque alimenticio que consiste en comer lo que quieras cada vez que tengas hambre y parar cuando te sientas realmente saciada.
Puede que parezca una simpleza absurda, pero la realidad es que no es tan sencillo.
La realidad es que al vivir en un mundo en el que estamos rodeados de estímulos de comida, a través de los anuncios, las redes sociales, eventos familiares y reuniones, hemos desconectado nuestras señales que nos indican qué comer y cuánto. Dejándonos llevar por estos estímulos, costumbres culturales, eventos sociales y sobre todo la gestión de nuestras emociones a través de la comida.
La alimentación intuitiva ha demostrado que las personas que la practican experimentan menos conductas alimentarias descontroladas y compulsivas, menor nivel de triglicéridos y tensión arterial, y menos insatisfacción corporal. Del mismo modo se ha demostrado que tienen mejor autoestima, bienestar, salud y satisfacción alimentaria sin culpa.
¿De dónde viene este enfoque alimenticio? ¿Tiene sentido?
Esta idea nació por parte de las dietistas Evelyn Tribole y Elyse Resch en 1995, quienes después de evaluar varios resultados de estudios científicos, se dieron cuenta de que las dietas restrictivas no solucionaban los problemas de las personas, al contrario, empeoran.
Es más, quienes vivían en largas dietas, acaban desembocando en mayor número de sobreingestas o atracones, volviendo a restringir debido a la sensación de culpa y vergüenza, creando así una relación estresante y tóxica con la comida que acaba convirtiéndose en un círculo vicioso del que cuesta salir.
A este efecto de olvidarse de todo y tener atracones compulsivos le dominaron el efecto “al diablo” (“what-the-hell effect”).
Inspiradas en este resultado, propusieron un enfoque que se basaba en dejar de forzar, condicionar y demonizar los alimentos, rompiendo con el ciclo de compromiso/divorcio o amor/odio de las dietas.
La idea es que las personas puedan disfrutar del proceso de comer a la vez que se conectan con los mensajes que envía nuestro cuerpo, que es quién mejor sabe lo que necesita y lo hace saber.
Lo más interesante de todo es que estudios posteriores respaldaron gran parte de sus teorías y resultaron ser efectivas a largo plazo.
¿Cómo puedo aplicar la nutrición intuitiva en mi vida?
No es algo fácil de comenzar a practicar, sobre todo si eres de las personas que llevan sufriendo las consecuencias física y sobre todo mentales de las dietas a lo largo de la vida.
Este estilo o enfoque de ingesta intuitiva implica tomar mucha conciencia y atención a los mensajes de nuestro cuerpo, dejando a un lado las voces intrusas que nos hacen sentir mal con la comida, recobrando el placer de disfrutar comiendo y gestionando nuestras emociones con amabilidad.
Para conseguir esto, es necesario desaprender los mitos tradicionales que escuchamos todo el tiempo sobre alimentos “buenos” y “malos”, alimentos que “engordan”, dejar de contar calorías, desenfocarnos del peso y enfocarnos en las sensaciones más internas.
Las autoras de este enfoque diseñaron 10 reglas de oro para poder aplicarlo, aunque recomiendan no obsesionarse con todas ellas al mismo tiempo, sino adaptarlas a medida que se domina. Las reglas son:
Rechazar las dietas
La base fundamental de este enfoque es decirle ADIÓS a las dietas para siempre y a cualquier tipo de enfoques restrictivos, que solo mantiene la desconexión de las señales de hambre, saciedad, aumenta el riesgo de sufrir un trastorno de la conducta alimentaria, mayor estrés y sentimiento de fracaso, además de mantener conductas impulsivas de atracón, ganancia de peso y ciclos de ansiedad y depresión.
Prestar atención a las señales de hambre
La siguiente recomendación en alimentación intuitiva es reconectar y permitir que nuestro cuerpo se comunique con nosotros a través de las señales de la escala del hambre, y comer cuando la sentimos, no ignorándola. Además de entender y validar los diferentes tipos de hambre, explorar antojos, o hablar de apetito.
Olvidarse de los alimentos prohibidos
O lo que ellas llaman como “hacer las paces con la comida”. Esta es una de las recomendaciones más difíciles. Ya que durante años hemos escuchado y actuado en base a estos “alimentos prohibidos” (por miedo a engordar) o “malos para la salud” o “comida basura”. En este enfoque todo está permitido (si si, permiso incondicional) y no hay alimentos que deban llevar etiquetas negativas o demonizadas.
Romper reglas alimentarias
Todas esas normas tan arraigadas y aplaudidas por la cultura de la dieta como, “los hidratos engordan”, “las grasas son malas”, “el azúcar es veneno·”, “si quieres perder peso no hay que comer poco” y un larguísimo etc, están en el disco duro de tu cabeza. Y condicionan todas tus decisiones alimentarias, sacando al policía de la comida cada vez que te saltas una norma. Seguir haciendo caso a estas reglas y a estas voces te aleja mucho de recuperar la intuición natural con la que nacemos y con la que debemos comer.
Aprender a sentir y respetar las señales de saciedad
La siguiente de las piedras angulares en esta estrategia es saber cuándo parar. Para ello, solo debemos hacerles caso a las señales de alto de nuestro cuerpo. Una vez más, esto no es tarea fácil, por puede suceder que no sientas saciedad nunca por mucho que intentes escucharla. Hay mucha desconexión. Aquí una de las principales estrategia es trabajar el mindful eating (o comer consciente) además de conocer la escala de dicha saciedad, que es muy diferente al empacho.
Disfrutar del proceso de alimentarte
Si llevas mucho tiempo a dieta habrás generado desagrado por muchos alimentos, y quizás lleves años comiendo según lo que te han recomendado o debes comer, sin hacer caso a lo que realmente a ti te apetece. Este punto recuerda que debemos encontrar el placer y disfrute de comer con cualquier comida, en nuestro día a día, no solo los fines de semana.
Interpreta y conéctate con tus emociones
La comida es un regulador emocional natural e innato en nuestra especia humana. No debes sentirte mal por ello. Cierto es que si esta situación se repite de forma frecuente, es algo a intentar cambiar y aprender de ello. La comida se convierte en una vía de escape, nos permite dejar de pensar, nos ayuda a rebajar la ansiedad, es un premio ante un día difícil. Y en parte todo esto es válido, pero aprender cuáles son nuestros disparadores y gestionarlos con amabilidad es un gran paso en la alimentación intuitiva.
Respeta y valora a tu cuerpo
Puede que parezca una tontería, pero está demostrado que si aplicamos la alimentación intuitiva, apagando las autolesiones mentales, se consiguen resultados consistentes. Es esencial controlar la voz interior y educarla para que esta no nos machaque, si no que nos aliente y ayude a comprender nuestro verdadero estado nutricional, cuidar nuestro cuerpo como se merece y valorarlo porque en él es donde vivimos, y por su funcionalidad. Este paso es otro de los importantes para salir definitivamente del mundo de las dietas que dañan el proceso de construcción de una vida sana y plena.
Movimiento consciente
Practicar actividad física sin castigo, de forma consciente, te ayuda a experimentar lo que tu cuerpo es capaz de hacer. Cómo se siente, antes, durante y después del ejercicio contribuye a que te sintonices con él. El propósito siempre será que te sientas bien, no contar calorías ni quemarlas. No es un castigo por lo que has comido. Debe ser una actividad de conexión contigo misma que además suele ayudar a gestionar otras emociones como el estrés.
Abraza la educación nutricional
Para entender al cuerpo también hace es importante educarse y lo mejor para ello es la educación nutricional. Conocer cuáles son los nutrientes básicos que el cuerpo necesita para funcionar en nuestro día a día, si hacer ejercicio, factores de saciedad, entro otras cosas, son algunos datos que vale la pena conocer para tomar decisiones consciente e informadas. Conocer y querer nutrir nuestro cuerpo de la mejor forma posible no es incompatible con el permiso incondicional ni con comer chocolate.
Este camino de nutrición intuitiva es precioso, pero difícil de aplicar como has podido comprobar. Te invito a que continúes leyendo e informándote sobre ello, y que si te animas a dar el paso, lo hagas de la mano de un profesional especializado en ello. Aquí tienes a una =)